Los maravillosos animales humanos

por | Ago 5, 2025 | Meditaciones marxianas | 0 Comentarios

El ilustre académico Rufus T. Sugaralmond, de origen incierto pero cátedra en la Universidad Tecnocrática de Idaho de Abajo, ha conmocionado el mundo con la publicación de su estudio Comparativa sesudo-científica de los comportamientos, etiologías y fenotipos de mamíferos, aves, gusarapos y demás criaturas antropoides con la naturaleza humana en sus diversas vertientes, más conocido por el gran público con el título Los maravillosos animales humanos, que apunta a superventas en los cinco continentes y pico.

La tesis planteada por el doctor Sugaralmond es que los humanos apenas tienen originalidad en sus planteamientos sociales. Quizás haya más complejidad en su despliegue tribal, hasta político, pero no es más que una evolución, quizás involución, de otros tipos de agrupaciones y manifestaciones animales.

Por ejemplo, el buen Rufus defiende que la risa de hienas y chimpancés es buena muestra de la existencia de sentido del humor en la Naturaleza, aunque sorprendentemente no menciona el apareamiento de la mantis ni al ornitorrinco.

El estudio demuestra que, aunque sea más obvio nuestro parecido con primates superiores como el orangután o el gorila, no debemos dejar de lado la actitud sumisa de los machos beta respecto a la hembra alfa de una manada de lobos. O el comportamiento, entre machirulo y casposo, de un gallo en su corral.

Asimismo, el zángano, la cigarra o el perezoso muestran comportamientos tan antiguos como la propia naturaleza humana. La práctica del cuco de poner huevos en el nido ajeno, aunque denostada, es tan antigua como la propia Historia. Y se dice que el parasitismo en cualquiera de sus vertientes ha servido de inspiración a un sinfín de hombres de Estado –por llamarles de alguna manera-.

Sugaralmond es un claro defensor de los derechos animales, y por eso defiende que los besugos, por ejemplo, poseen un mayor nivel de autoconsciencia que muchos cachorros humanos, y que hay merluzos en cualquier carretera, oficina pública y estadio futbolístico del globo.

El estudio es tan solo una primera entrega, pues quedan aún años de estudios, sobre todo en el campo de los invertebrados e, incluso, de organismos unicelulares como la ameba, en donde el autor piensa que se encuentra el germen de la adaptación ideológica de muchos de los líderes políticos contemporáneos.

La publicación del trabajo ha despertado numerosas críticas en el mundo académico. Algunos científicos, como Karl X. Flutedog, denuncia que Sugaralmond no se ha atrevido a incluir las especies vegetales, como la seta, el bambú, las malas hierbas o las coles de Bruselas, por las posibles críticas del sector más conservador del mundo académico.

Por otro lado, desde el siempre asombroso mundo de la ignorancia asistemática critican que se compare a los humanos con animales, cuando todos sabemos que, dependiendo del especialista, somos hijos de una deidad, entes de origen alienígena o parásitos de la peor especie.

Rufus T. Sugaralmond, famoso por su conducta estrafalaria y poco o nada académica, ha respondido con una pedorreta propia de un mandril cabreado y un nada delicado tocamiento de sus propios testículos, muy común en gran parte de los mamíferos superiores.