Se acaba de reeditar en rústica El tiempo perdido… definitivamente. Reflexión crítico-disfónica sobre la inmortal e interminable obra de Marcel Proust, del nada académico Rufián Amargo, el polémico estudio definitivo sobre la para muchos obra definitiva de la narrativa del siglo XX.
Según Amargo, gran parte de En busca del tiempo perdido es un plagio. Por ejemplo, la famosa escena de la magdalena Proust la sacó de la novela Como el quico, del autor español del XIX Néstor Cáspita, en la que el protagonista se da un atracón de callos a la madrileña y termina, cual Cid tras la batalla, recubierto de salsa hasta los codos.
Así, según Amargo, Proust suavizó los callos con una triste magdalena, lo que hizo que la escena perdiese fuerza y, sobre todo, colorido.
Por otro lado, el libro es un canto de alabanza hacia todos aquellos que han terminado la magna obra de Proust, aunque el autor sospecha que la mayoría solo dice haberlo leído pero no lo ha hecho. Él mismo reconoce haber leído solo algunos fragmentos al azar.
Por fin, en el estudio se muestra cierta perplejidad porque Amargo no termina de saber si En busca del tiempo perdido es un título honesto o no, porque definitivamente la lectura del mismo es un tiempo que nunca se recuperará, por mucho que el tomo séptimo, El tiempo recobrado, indique lo contrario.
Por eso el autor recomienda encarecidamente que ese tiempo se dedique a actividades más reconfortantes, como la petanca, el encaje de bolillos o el cultivo de gusanos de seda.


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