Aunque, según la Constitución vigente, la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria la partitocracia imperante tiende a convertir las Cámaras en meros centros litúrgicos y protocolarios y alejar de ellas la esencia del debate político. La luz deslumbra y los taquígrafos incomodan y, por ello, el zapaterismo tiende a evitar en lo posible el Congreso e, incluso, el Senado, ese lujo inútil que nos hemos dado para que no le falte de nada a nuestra pobre democracia.
Escrito por Manuel Martín Ferrand y publicado en ABC el 11 de febrero de 2011